La primera vez que vi el juguete hidráulico de la Fuente del Olivo me quedé tan sorprendido que le pregunté a un jardinero que hacía labores en el Patio de los Naranjos:
- Disculpe usted!, ese artilugio cuándo lo han puesto? A lo que me respondió:
- Se nota que no viene usted mucho por aquí; eso lleva aquí desde el siglo XIX.
Solté una carcajada que él respondió volviéndome a asegurar lo mismo. Visito el Patio de los Naranjos frecuentemente desde que era un niño y jamás había visto esa “cosa”. Pero… resultó que el jardinero, el muy socarrón, llevaba la razón. Efectivamente ese artilugio es del siglo XIX. Y aunque el que hoy luce en la fuente es una réplica moderna, el original, ya roto y oxidado por el uso, está a la vista en una vitrina en el interior de la Mezquita.

El asunto despertó mi curiosidad. Lo primero que hice fue investigar sobre esta famosa fuente en los textos. Y lo que descubro en el libro “La Catedral de Córdoba” de Nieto Cumplido, es que aunque el agua y las fuentes son elementos que están en el patio desde su creación, la fuente del Olivo, tal y como hoy la conocemos, es obra de Tomás Jerónimo de Pedrajas maestro mayor de obras del Cabildo, que la termina en 1741 con el aspecto que ha llegado hasta nuestros días. Pero aun más interesante es lo que leo a continuación y que reproduzco: “Al dicho pilón largo se le añadió un primoroso saltador en medio de él, entre sus aguas, el cual saltador derrama aguas con diferentes invenciones (...) Las invenciones a que alude no eran otra cosa que un juego de campanillas de plata que giraban con el empuje del agua”.

Dos conclusiones saco de este texto; una es que el saltador o surtidor se diseñó desde el principio con posibilidad de cambiar la boquilla para instalar estos artilugios. Y dos, el texto hace referencia a “ingenios” en plural por lo que supongo que hubo algo más que unas campanillas de plata.

Poco más me queda por averiguar, pues poco más hay escrito sobre estos ingenios en los abundantes textos consultados. Pero como esta fuente era muy popular en la ciudad, pues suministraba agua potable a todo el barrio de la Catedral, ofreciendo así postales etnográficas que ningún fotógrafo podía rechazar, estos tomaron infinidad de fotografías de la Fuente del Olivo. Así que me dispuse a rastrearlas todas en busca de algún dato sobre estos ingenios, tarea que fue ampliamente recompensada. Yo intuía que podría haber otros artilugios, pero no tantos como he hallado, y es muy probable que no estén todos, que algunos no hayan sido jamás fotografiados pues el azar gobierna en estos documentos gráficos encontrados.

¿Quién es el autor de estos ingenios? Quizás provengan de la afición de algún integrante del Cabildo de entonces. Alguien interesado por la hidráulica y que supo entretener a la parroquia con sus ingenios, además eligió bien la ubicación convirtiéndose así en el primer "espectáculo multimedia" habido dentro del recinto de la Mezquita. ¡Ríanse ustedes si quieren! pero en aquella época, sin radio, sin tele, sin internet y tan solo con la conversación de los parroquianos como entretenimiento, ver un muñequito dando vueltas o una pelota flotando debía de ser entretenido, al menos durante el largo rato que hay que esperar hasta que los cántaros se llenen de agua del caño. No era poca la audiencia de estos artilugios, pues todo el barrio de la Catedral, como ya hemos comentado, se abastecía del caño. Para mí el candidato posible es Patricio Furriel, el organista mañoso de la Catedral que servía para todo, lo mismo trabajaba con el viento, que con los mosaicos del Mihrab y, porqué no, con los surtidores de las fuentes y con el agua. De este curioso personaje ya hemos hablado en este otro artículo del blog Viento10.

VEAMOS AHORA LOS JUGUETES ENCONTRADOS

 

 En la primera fotografía podemos ver el artilugio original que ahora ha sido replicado, en pleno funcionamiento. La fotografía puede ser del final del siglo XIX. Abajo, el mismo artilugio que ya descansa oxidado en las vitrinas del museo catedralicio, y que ha servido como modelo. Hay que decir que este ingenio no debe ser el primero que cita el texto y que está compuesto por un juego de campanillas de plata, aunque este también lleva campanillas que suenan con el paso del agua.

Segundo artilugio. En esta fotografía estereoscópica, también de finales del XIX, podemos apreciar que el surtidor tiene una gran boquilla añadida que lanza el agua pulverizada y a una cierta altura. Desconozco si además hacía alguna otra cosa más, como girar o cambiar la manera de repartir el chorro, pero supongo que si.

Este tercer ingenio es muy bonito. Por su forma parece que el único movimiento que tiene es el de rotación sobre si mismo y empujado por el chorro. Parece una figura, una especie de arlequín, joker o diablillo. Parece hierro forjado y troquelado, no hay ni rastro hoy de este juguete, solo la foto que certifica su existencia.

 

Cuarto artilugio. Este lo he encontrado en un recorte de prensa histórica y es de los más interesantes. Una canastilla de alambres que tiene unas figuras en la base que no puedo indentificar, contiene en su interior una o varias bolas que son lanzadas por el chorro de agua y se mantienen en equilibrio sobre él. Todo un juguete!


Bueno! y esta última fotografía que os muestro para que veáis como es el surtidor sin ningún ingenio instalado para que podáis compararlo con las anteriores fotografías.
Tan solo recordaros que como reza la famosa coplilla de Luis Bedmar...

“A la Fuente del Olivo madre llévame a beber, a ver si me sale novio, que yo me muero de sed.”

Ah! recordad que de los cuatro caños se ha de beber del próximo al olivo si queréis casaros.

* Pesquisas de Luis Calvo Anguís.


 

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