Hoy me he llevado una gran alegría, de esas que solo podemos entender los ratones de biblioteca. Hojeando -me encanta esta palabra que nunca sé cómo escribirla; si con h de hoja o sin h, de ojo- una vieja revista de Arte de las muchas que se editaron a principio del siglo XX, descubro ¡oh maravilla! otro desconocido cuadro del gran Darío de Regoyos pintado en Córdoba.

Ya en otro artículo justo hace un año, os daba cuenta del hallazgo de un tercer cuadro con tema cordobés de este impresionista español, quizás el único. Este cuadro, y ya van cuatro, es una reproducción en blanco y negro del hoy arruinado y en eterno proceso de restauración del Convento de Madre de Dios situado junto a las viejas Lonjas, muy cerca de Viento10. Perdemos el color, verdadera potencia de los cuadros de Regoyos, pero aporta datos interesantes sobre su estancia en Córdoba.

Al parecer Regoyos encontró en este jardín de la Escuela de Artes de Agustín Moreno, la tranquilidad para pasar el día pintando desde él. Tres de los cuatro cuadros localizados están pintados desde este emplazamiento. Mientras su compañero de viaje, Pío Baroja, pasea por la ciudad o visita amigos como el librero de la plaza del Salvador Pedro de Vegas Hernández, un protestante erudito que sería vilmente asesinado en 1936 en las tapias del cementerio. Regoyos elige el bello jardín de la Escuela de Artes, y a tenor de su producción hoy conocida, pasa muchas horas en él.

Cuántos más cuadros pintó Regoyos en Córdoba. Pues tiene difícil respuesta, porque la mayor parte de su obra fue comprada en su momento por coleccionistas particulares y hoy se desconoce el paradero de muchas de sus obras, como por ejemplo esta. Un catálogo razonado de la obra de este impresionista español parece hoy una misión imposible. Por eso me siento muy satisfecho de haber dado con este cuadro pintado en Córdoba.

Página completa de la revista donde aparece este desconocido cuadro de Darío de Regoyos pintado en Córdoba en 1904.

 

Quién es Darío de Regoyos.
Con motivo de su exposición póstuma en Buenos Aires, el crítico Manuel Gálvez escribió estas líneas para su catálogo en 1916 que dan de lleno en la personalidad del pintor y aporta datos de su estancia en Córdoba:

Solo Regoyos es absolutamente sincero, espontáneo y personal. Contempla la naturaleza y las cosas sin preocupaciones de ninguna clase, emocionadamente, con alma de poeta, lejos de toda sensiblería y literatura. No se encuentra en sus cuadros una sola reminiscencia de museo, ni nada que niegue su sinceridad. Es sencillo e ingenuo, tan sencillo que alguien le ha llamado el pintor franciscano, y tan ingenuo que llega en ocasiones a parecer inhábil pintor o dibujante aprendiz.

Él ama a España con fervor de hombre y de artista, y cree que su patria es para un pintor el más interesante país del mundo. En España, efectivamente, todo tiene carácter: el paisaje, la arquitectura, las costumbres. Regoyos, que viaja no sólo como pintor, sino como artista, en busca de sensaciones intensas, ha recorrido casi todo el país llevando siempre sus pinceles y, según dicen, su guitarra, como Iparraguirre, el poeta nómada de Basconia. Allí donde Regoyos encuentra carácter, allí se instala por algún tiempo. Trata de comprender el alma del lugar, de penetrarse y anegarse en ella. Elige casi siempre los atardeceres y las madrugadas, sobre todo en Andalucía; pero no por sentimentalismo, sino porque a otras horas la luz es en aquella región demasiado fuerte.


 

 

 

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