Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que la Bauhaus celebra este año su centenario, os contaré este curioso y raro cruce entre el Flamenco y esta institución. Raro porque como sabéis, la Bauhaus fue declarada “arte degenerado” por el del bigotito alemán, por lo tanto al bigotito español, que dictó hasta 1975 en España, tampoco le gustaba nada.
No es hasta la década de los 60, momento en el que se produce en el país un sorprendente despertar creativo, que los arquitectos y artistas vuelven a poner de actualidad la herencia de esta escuela creativa.
Pero afortunadamente el arte y la cultura tienen una forma líquida que le permite siempre atravesar los muros que levantan las intolerancias. Y así, en 1949, Gerhard Marcks uno de los fundadores de la Bauhaus de Weimar, visita España y tiene ocasión de asistir a recitales flamencos. Tanto le impresionan que en los siguientes años, algunas de sus obras tendrán como asunto nuestro Flamenco.
Gerhard Marcks (1889-1981) uno de los escultores alemanes más importantes del siglo XX, fue además, uno de los primeros profesores de la Bauhaus. Participando en el movimiento artístico, desde su fundación, en 1919 por Walter Gropius en Weimar, y su posterior traslado a Dessau en 1925.
Gerhard Marcks es el autor de la famosa escultura Los Músicos de Bremen (Bremer Stadtmusikanten) inspirada en el cuento de los hermanos Grim del mismo título. Esta escultura donde el burro, el gallo, el perro y el gato construyen uno encima del otro una curiosa pirámide, ha hecho famosa a la ciudad de Bremen, donde además Marcks tiene su propio museo.
De las obras de Marcks dedicadas al flamenco, quizás la más interesante sea la titulada “La Faruca II” así con una “r” nada más. Es una xilografía donde el tema central es una bailaora con su guitarrista atrás. Alguien debió decirle que lo que estaba viendo era una farruca, uno de los palos menos usuales del flamenco.
La Farruca es un cante que ha caído en desuso pasando al repertorio principalmente de baile y guitarra. La original versión bailable, tan popular, se debe al bailaor sevillano Faíco, que la ideó en Madrid con la guitarra de Montoya, creando además el baile del garrotín, cara y cruz de la misma moneda. En el baile destaca el zapateo con gran profusión de contratiempos y figuras rítmicas de enorme virtuosismo que convierten este género bailable en prueba definitiva para muchos bailaores. Es más un baile de hombre que de mujer, hasta el punto de que cuando lo ejecuta una mujer ésta lo baila con pantalones, a fin de resaltar el zapateado característico, acompañándose de pitos. Es por lo tanto muy curioso que Gerhard Marcks represente a una mujer vestida de volantes para este palo tan masculino. Me temo que quizás nuestro amigo Gerhard vió el flamenco en algunos de los tablaos turísticos de la Caba Baja de Madrid. Lo cual no impidió que se emocionara con la representación. Los artistas es lo que tienen, que ven donde los demás no vemos casi.
Por cierto… que recientemente ha pasado por Córdoba la bailaora Sara Baras, a la que no es necesario a estas alturas presentar, con su espectáculo “Sombras” que es también un homenaje a uno de sus palos más queridos; la Farruca. En el vídeo una interpretación magistral de la artista, de este difícil baile.