Su nombre es Carlos Villarías, un desconocido actor cordobés que brilló en Hollywood en los comienzos del cine sonoro. Tiene su momento más brillante protagonizando la versión española de Drácula. Ocupa el papel que interpreta el mítico Bela Lugosi en la versión inglesa.
La película estuvo perdida durante muchos años hasta que recientemente se localizó una copia en La Habana. Los críticos de entonces, aseguran que la interpretación de Villarías y su elegante apariencia, supera en calidad y dramatismo al mismísimo Lugosi. “Drácula” se estrenó en Córdoba el 7 de noviembre de 1931 en el entonces Teatro Duque de Rivas.
La popularidad del tema vampírico ha sido fuente de inspiración desde los primeros días del cine mudo. Especialmente en México donde el culto a la muerte tiene una fuerza inusitada que estalla en estos días de difuntos.
México era entonces uno de los grandes mercados del cine de Hollywood, pero el reciente cine sonoro aún no ha desarrollado las técnicas de doblaje, por lo que para hacer las versiones en castellano, se contrata a un elenco de actores latinos que en los mismos platós donde se rueda la versión original, aprovechan las noches para rodar las versiones en otras lenguas.
En 1930 se graba en los estudios Universal esta versión protagonizada por un ya consagrado Carlos Villarías en el papel principal y la mexicana Lupita Tovar como protagonista femenina. El éxito de la cinta dirigida por George Melford, convierte a Villarías en un actor popular en México donde en adelante será llamado para trabajar en su industria cinematográfica.
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Carlos Villarias nació en Córdoba el 7 de julio de 1892 y murió el 27 de abril de 1976 en Los Ángeles. Dejó a sus espaldas una filmografía de 83 películas. Hijo de un general del ejército español que cambia continuamente de lugar de residencia. Realiza sus primeros estudios en San Sebastián y termina la carrera de Derecho en la Universidad de Valladolid; abre un bufete, pero pronto abandona la abogacía para dedicarse al teatro, pasando por modestas compañías de zarzuela y opereta hasta que decide probar fortuna en París, donde canta con éxito en «La Gaité Lyrique». Aclamado por la crítica italiana desde su debut en el Teatro Víctor Manuel de Torino, recorre el país en los meses anteriores al estallido de la guerra en Europa.
Procedente de Génova, desembarca en los Estados Unidos el 13 de marzo de 1915 y su perfecto dominio del inglés llama la atención del actor y empresario Lou Tellegen, que le propone incorporarse a la compañía dramática que dirige. Forma parte del grupo fundador del Teatro Español de Nueva York, en cuya inauguración representa el drama de Angel Guimerá, «Tierra baja». En 1921 ya figura en los elencos de teatros de New York representando “The Wildcat”.
Llega a California en 1923 y, tras breves apariciones en el cine mudo, junto a Rodolfo Valentino o Pauline Frederick, el 19 de julio de 1930 firma con Fox un contrato que se prolonga por un año. Durante las dos décadas siguientes trabaja intensamente, tanto en los estudios de Hollywood como en México, y regresa a España en 1949 para concluir poco después su eficiente trayectoria cinematográfica. Ocasionalmente figura acreditado bajo el nombre de Carlos o Charles Villar.