Este desconocido cordobés fue el gran revitalizador de la cerámica de Talavera a principios del siglo XX, fundador, profesor y director de la Escuela de Cerámica de Madrid y autor de muchas de las señas de identidad de la capital española: sus azulejos comerciales. Enrique Guijo nace en Córdoba en 1871, es hijo de un carpintero que moriría cuando él tenía 14 años. Esto obligaría a Enrique a abandonar los estudios y buscar trabajo. Con los ceramistas de Triana es donde conoce el oficio en el que llegará a ser una autoridad.

Acompañado de su esposa y su hija recién nacida, y ya convertido en un experto ceramista, viajó Guijo a Madrid en 1898, instalándose en la Travesía de la Parada, nº 7.​ Pronto comienza a hacer trabajos de pintor decorador​ con Francisco Álvarez Osorio, Ignacio Calvo y Narciso Sentenach, con los que llegó a montar un pequeño horno.

En 1907 y por indicación de su amigo el también ceramista Daniel Zuloaga, aparece por Talavera Enrique Guijo. Su idea fue reproducir las antiguas piezas de cerámica talaverana. Hace pruebas en el alfar de ‘El Carmen’ donde Ruiz de Luna Rojas, fotógrafo y pintor de cerámica trabaja y, que antes de enviárselas a Guijo, las tiene expuestas en su tienda, observando el interés que despiertan. El no aceptar el reto Emilio Niveiro, director de alfar de "El Carmen" entonces, para producir cerámica al estilo antiguo en su fábrica, hizo que surgiera una sociedad que estaba formada por Juan Ruiz de Luna Rojas, Platón Páramo, Juan Ramón Ginestal y Enrique Guijo Navarro. Adoptan como nombre de la fábrica el de "Nuestra Señora del Pardo", patrona de Talavera, por ser el 8 de septiembre de 1908, su festividad, el día que se abrió, con piezas cocidas en su interior, el primer horno de la fábrica, propiedad de Ruiz de Luna Rojas, Guijo y Compañía. Ese día comenzó el renacimiento de la cerámica en Talavera. Es el tiempo de los inicios y primeros logros, que abarca desde que se cuece el primer horno hasta 1915, año en que abandona la sociedad Enrique Guijo para volver a Madrid.

El momento de esplendor de la cerámica talaverana, ya muy lejos y olvidado en 1907, llegó con el encargo que hizo Felipe II de toda la azulejería del Monasterio de El Escorial. Enrique Guijo está hoy considerado el gran rehabilitador de la cerámica talaverana.

Tras la disolución de la sociedad con Ruiz de Luna, Guijo continuó durante unos años en el local de la calle Mayor como sucursal de Ruiz de Luna y en 1920 montó fábrica propia en Carabanchel, en la que trabajaron entre otros, un aprendiz de lujo, Alfonso Romero Mesa. Entre otras, Romero y Guijo son los autores de las famosas cerámicas del antiguo Villa Rosa, en la plaza de Santa Ana, realizadas en 1928. al año siguiente Romero se independiza montando su propia fábrica.

Junto con Alfonso Romero, Juan Ruiz de Luna y Rajel, quienes, proviniendo de Andalucía, decoraron diversos comercios madrileños en el primer tercio del siglo XX. Juntos trabajaron también en los famosísimos azulejos de la "Taberna Los Gabrieles", abierta en 1920 y considerada por muchos como la “capilla sixtina” del azulejo comercial. Este emblemático establecimiento mantiene la fama de haber sido el sitio de recreo y placer de todos los crápulas de la realeza y alta burguesía capitalina y de provincias, que no son pocos. Entre sus obras más destacadas está el mural de Enrique Guijo de los esqueletos rumberos, basados en la obra del pintor jerezano Carlos González Rajel.

Obras relevantes de Enrique Guijo son entre otras muchas las pinturas de la fachada de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid que realizó en 1914 y que fueron sustituidas en 1992 por obras del artista Carlos Franco. Realizó los anuncios cerámicos de la Estación de Metro de Chamberí y la Huevería y la Farmacia Juanse del barrio madrileño de Malasaña entre una montaña más de establecimientos. Guijo trabajó también por encargos para Mariano Benlliure o Joaquín Sorolla.

Guijo fue nombrado en 1926 conservador del Museo Municipal de Madrid, al que el ceramista había donado su colección de cerámica y que fue la base de la sección de este museo dedicada a la producción alfarera. El director era su amigo Manuel Machado que lo define así en un artículo de la revista “La Esfera”

Enrique Guijo, espíritu del Renacimiento, inquieto de todo arte, sin abandonar la cerámica ni apartarse por completo del terrible y fascinador “nido de víboras”, que es el horno donde cuajan los esmaltes, extendió su actividad a otras manifestaciones de las artes aplicadas y suntuarias: la decoración arquitectónica, el mobiliario, la talla, la herrería artística..”

Aunque tanto el Ayuntamiento de Talavera como el de Madrid, han aprobado en sus plenos rotular una calle con el nombre de este insigne y desconocido cordobés, lo cierto es que a día de hoy, aún no se pueden encontrar en el callejero. Enrique Guijo murió olvidado y casi ciego en 1945. Aunque los investigadores no se ponen de acuerdo en el año exacto de su defunción.


Interior de

Interior de "Los Gabrieles"
Farmacia Juanse. Malasaña. Madrid
Farmacia Juanse. Malasaña. Madrid


Azulejos publicitarios de la Estación de Metro de Chamberí.
Azulejos publicitarios de la Estación de Metro de Chamberí.


Catálogo de la Fábrica de Enrique Guijo.
Catálogo de la Fábrica de Enrique Guijo.

Portada del Catálogo.
Portada del Catálogo.

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