Por la correspondencia que mantenía con Clotilde, su esposa, cuando viajaba, sabemos que Joaquín Sorolla visitó Córdoba por primera vez a finales de marzo de 1902.
«Las impresiones son tan rápidas y tantas que mi cabeza es una olla de grillos. En Córdoba nos dimos un brutal atracón artístico» escribe en una de sus cartas.

En 1910 Archer Milton Huntington, mecenas estadounidense, encarga a Sorolla una serie de murales para la Hispanic Society de Nueva York. Este trabajo se conoce como “Visión de España”. Para realizar este encargo emprende un viaje por la geografía española en busca de datos e inspiración. Será el primer viaje en que lo acompañó su familia: su mujer, Clotilde, y sus hijas, María y Elena. A los Sorolla se les sumó la pintora estadounidense Jane Peterson, discípula del valenciano, a la que llamaba Juanita.
Es en este segundo viaje cuando Joaquín Sorolla toma este impresionante apunte del Patio de los Naranjos de Córdoba desde la Torre de la Catedral. Sorolla ya es entonces uno de los personajes públicos más populares de ese momento. Es muy probable que eligiera esa ubicación para alejarse de curiosos y gentes que lo abordaban continuamente a su paso.
El dibujo contiene toda la sabiduría de quien es ya un maestro consagrado por su dominio de la luz.
Sorolla, amante de los jardines, dibujó muchos en Andalucía pero Córdoba debió dejarle una profunda impresión, ya que en su casa museo uno de los patios, que reproduce el ambiente andaluz, lo bautizó con el nombre de “Patio Cordobés”.

NOTA: Existen más apuntes y dibujos de Sorolla sobre el Patio de los Naranjos pero sin duda este es el más bello.

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