Más allá del famoso enfrentamiento entre el cordobés Luis de Góngora y Quevedo, que es considerado como el gran duelo entre escritores del siglo de Oro, que gracias a él nos ha dejado joyas satíricas y poéticas de valor incalculable. Hay otra relación de Quevedo con la ciudad de Córdoba tan interesante como la anterior y sin embargo muy desconocida. En Córdoba se traduce y edita por primera vez la Utopía de Tomas Moro por encargo de Quevedo.

Ya desde las primeras ediciones (la primera en 1516), la Utopía de Tomás Moro circuló por todo el viejo continente escrita en latín en los entornos humanistas. Pero a nuestra España (siempre tan oscura) no llegó hasta pasado un siglo. El primero que se interesa por el libro y traduce algunos de sus pasajes es Francisco de Quevedo. Este tiene un buen amigo en Córdoba; Jerónimo Antonio de Medinilla, que en ese momento es Corregidor y Justicia de la ciudad. Un personaje interesante, buen guerrero, buen jinete y mejor lector de latín.

Por alguna razón que se desconoce, Quevedo pensó que sería un texto útil para los habitantes de Sierra Morena en tiempos de Felipe IV. Así pues encarga a su amigo Jerónimo que traduzca al castellano el libro de Tomas Moro. El libro ve la luz por primera vez en España en 1637 en la imprenta de Salvador Cea, situada en un punto de la calle Libreros (hoy Calle Diario Córdoba) y es la edición que prevalece hasta 1946 en la que se revisa y completa la traducción.

Para los que no estéis familiarizados con este indispensable libro, os diré que consta de dos partes: una primera donde se narran las interesantes conversaciones que Moro, en un viaje a Amberes, mantiene con un conocido de su amigo y anfitrión Pedro Gilles, y que serán la semilla que más tarde germinaría en La Utopia. Este personaje, quizás real, que habla de utopías y mundos ignotos es un marino de origen peninsular, que tiene por nombre Rafael (primer guiño a Córdoba). Rafael es un marino sabio y experimentado, que acompañó a Americo Vespuccio en tres de sus cuatro viajes por el mundo. Es un outsider extravagante para esa Europa inquisitorial, que habla sin tapujos de sus experiencias viajeras, de política y hasta de filosofía: “los latinos no han dejado nada de importancia en este campo, a excepción de algunas obras de Séneca y Cicerón” (segundo guiño a Córdoba).

La primera parte no fue publicada en esta primera edición, pues contenía duros ataques a la Iglesia y aquí entonces la Inquisición no estaba para bromas; no hubiera superado la censura y quizás hubieran salido chamuscados.

Así que solo se mandó a imprenta la Segunda Parte. En ella Moro describe con detalle la Isla de Abraxa, donde Utopo crea la república de Utopía, una sociedad en paz y armonía donde el oro no es un metal precioso ni existe la especulación. Puede que para un ciudadano del siglo XXI la lectura de esta segunda parte, resulte un tanto ingenua, habida cuenta de cómo han devenido las ciudades hasta hoy. Pero no te equivoques, el texto plantea conceptos tan absolutamente actuales hoy como el trueque, el dinero alternativo, la movilidad, la autosuficiencia alimentaria, la democracia real y participativa y un montón de conceptos que hoy son bandera de los movimientos más hipster de Occidente.

Ah! y otro lazo de unión, este ya más contemporáneo. En el marco de las Jornadas del Cómic y la Ilustración Te-Beo en la calle, el Palacio de la Merced acoge una exposición de humoristas gráficos que gira en torno a la figura del escritor. Esta exposición, puede verse en la Diputación hasta el día 28 de abril, reúne un total de 70 piezas cedidas por la Fundación Francisco de Quevedo.


 

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