A Adolfo Best Maugard le he conocido recientemente por un hallazgo casual. Buscando datos sobre Miguel Covarrubias, un diseñador, antropólogo y arqueólogo autodidacta, que vivió y trabajó entre New York y México, y que está en el núcleo del nacionalismo cultural mexicano de la primera mitad del siglo XX, me hago con un pequeño libro de Elena Poniatowska, que es una recopilación de los artículos que se escribieron a la muerte prematura de esta magnética figura.

Por este libro “Miguel Covarrubias, Vida y Mundos” desfila todo el elenco de este brillante momento de la cultura mexicana; los tres muralistas, Tamayo, Frida y otros muchos entre los que aparece Adolfo Best Maugard más conocido como Fito Best, un polifacético creador que fue coréografo, pintor, estudioso del dibujo, profesor de arte, director de cine, escritor, pensador y promotor de la cultura mexicana.

Best Maugard es especialmente conocido por su “Método de Dibujo” un pequeño tratado que se distribuyó por las escuelas mexicanas e influyó en artistas de varias generaciones que después adquirieron personalidades propias, como Manuel Rodríguez Lozano, Abraham Ángel o Frida Kahlo. Su teoría fundamental era que con base en siete líneas primarias se podía construir cualquier forma de la naturaleza. Estas líneas o "elementos" primarios tenían como parámetros la recta, pasaban por el círculo y concluían en la espiral.

Mi sorpresa es mayor cuando en las noticias sobre una exposición antológica sobre este artista, realizada en 2016 en el Museo del Palacio de Bellas Artes de México, me encuentro con una interesante acuarela fechada en 1913 y que tiene como motivo central nuestra fernandina Iglesia de Santa Marina. Es evidente que es un apunte in situ, pero aun no he podido encontrar rastros de su visita a Córdoba que este dibujo certifica. Seguiré buscando.

 

Diego Rivera pintó este famoso retrato del polifacético artista Adolfo Best Maugard (Ciudad de México, 1891-Atenas, 1964) en 1913, durante la estancia de ambos en París. En esos momentos Rivera experimentaba con los lenguajes vanguardistas que confluían en la capital francesa. Este periodo, menos conocido que el de su faceta posterior como muralista, fue crucial en el desarrollo de su trayectoria artística.

Ese año coinciden y se conocen en París donde Adolfo expone unos paisajes en el Salón de Otoño entre los que supongo se encontraba este reciente y bello dibujo de la Iglesia de Santa Marina de Córdoba.


 

 

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